A raíz de toda esta terrible situación que ha generado la pandemia, hemos visto como proliferan en las redes una serie de manuales y procedimientos cuyo objetivo es el de garantizar una vuelta al trabajo sin mucho problema en cuanto a seguridad y salud. La intención es muy buena, y la pregunta es: ¿Se han realizado estos manuales, procedimientos y protocolos luego de una adecuada evaluación de riesgos?
Primero, es importante hacer notar que el coronavirus tipo 2 del síndrome respiratorio agudo grave o SARS-CoV-2, es un tipo de coronavirus causante de la enfermedad por coronavirus de 2019 (COVID-19) y el cual, según los expertos en el mundo, todos y especialmente las llamadas poblaciones vulnerables, estamos propensos a contraer la enfermedad por medio del contagio a través del contacto con personas enfermas, sean éstas asintomáticas o no.
Quiere decir entonces, que las empresas que reinicien sus labores luego de esta cuarentena, deben desarrollar, dentro de su Sistema Integrado de Gestión, estándares, procedimientos y protocolos que consideren la posibilidad del contagio por SARS-Cov-2 y los mecanismos de gestión adecuados para controlar el riesgo de sus trabajadores de contraer la enfermedad.
Si deseamos gestionar el riesgo, es importante la siguiente definición: "La gestión de riesgos es el proceso formal por el que los factores de riesgo se identifican sistemáticamente y se evalúan sus propiedades para proceder a su adecuado control". (Considerando la definición del Project Management Institute)
Diríamos pues, que el Riesgo de contraer la enfermedad podría conceptuarse como "la posibilidad de que se generen consecuencias indeseables o inconvenientes a partir de un acontecimiento relacionado con el contacto de un trabajador con una persona contagiada con el Covid-19 y cuya aparición no se puede determinar a priori". (Concepto adecuado de una definición de riesgo tecnológico del libro "La gestión de la innovación y la tecnología en las organizaciones").
En ese mismo libro, donde los autores se refieren al riesgo tecnológico pero lo he adaptado a este riesgo biológico, se indica que el riesgo puede considerarse gestionable y, por consiguiente, puede ser incluido dentro del Sistema de Gestión de Riesgos de una organización, si y solo si se dan, simultáneamente, los siguientes tres componentes:
1.- Hay una probable ocurrencia de pérdidas asociadas con el riesgo identificado.
Ello se refiere a la existencia de efectos negativos resultantes en el caso de que el riesgo se concrete durante el desarrollo del trabajo, e inclusive, durante el traslado desde y hacia el centro laboral.
En el caso del Covid-19 es algo complejo, porque podríamos hablar de la posibilidad que el trabajador se contagie y se enferme: (a) En caso de ser sintomático, deberá ausentarse del trabajo, y (b) En caso de ser asintomático y no ser detectado, se convierte en probable propagador de la enfermedad, y (c) El contagiado es parte de la población vulnerable por la edad o condiciones de salud preexistentes. En todos estos casos, las pérdidas pueden ser, pensando en un escenario pesimista y de mayor impacto, una epidemia dentro de la empresa y/o el fallecimiento de algún trabajador, y en el escenario mas leve, una pérdida de la fuerza laboral y por ende, de la productividad.
2.- Existe una Incertidumbre asociada al evento.
Hay una Probabilidad, pero no certidumbre o certeza, de que el riesgo de contagio con Covid-19, en tiempo y espacio, se haga realidad y tenga lugar el contagio y el consecuente padecimiento de parte de algún trabajador. En otras palabras, el riesgo viene asociado, por causa de esta incertidumbre sobre el fenómeno, a una Probabilidad de Ocurrencia.
3.- Existen alternativas de actuación para mitigar los efectos del acontecimiento no deseado.
Esto implica, que debemos tener un abanico de posibles acciones para evitar, eliminar y/o evitar el contacto y/o mitigar los efectos del probable contacto de un trabajador nuestro con alguna persona contagiada. Entre estas acciones, tendríamos acciones de educación, formación, protección, de ingeniería, administrativas, de atención mpedica, etc., encaminadas a reducir la probabilidad de contagio y/o minimizar su impacto y las pérdidas, en caso de presentarse.
Se que todo lo antes explicado es algo complicado, especialmente por la eterna confusión que tenemos entre el riesgo, el peligro, el agente, etc., pero se que ustedes, con su conocimiento y experiencia, compartirán y comprenderán por qué no se tocará ese tema aquí (quizás en próximo artículo), ya que de estos tres elementos, el que mas preocupa es el segundo de ellos, la incertidumbre que tenemos con respecto al fenómeno.
¿Por qué tanta incertidumbre? Por muchas razones. Desde la OMS hasta los organismos del estado, nos han llenado de información que cambia constantemente. Un día son las mascarillas adecuadas, otro día no lo son, un día estas mascarillas deben usarse, otro día no, los deportistas pueden salir a la calle e incluso los niños, pero algunos trabajadores no; que hay que desinfectar hoy, pero mañana dicen que no es necesario, que la distancia social son dos metros, un metro o cinco metros, etc., dicen que la vacuna tardará casi dos años pero ayer un presidente de una potencia dijo que ya tenían la vacuna, y aunado a esto, no sabemos si las cifras que se muestran por cada país son reales, son maquilladas, o si en verdad tenemos suficientes camas para cuidados intensivos, que si las pruebas dan falsos positivos (y ¿falsos negativos?) o si los ventiladores son adecuados (porque no sabemos si se trata de una neumonía o son trombos que afectan el pulmón), y todo esto, no nos ayuda en caso de que tengamos trabajadores afectados y requieran de estos cuidados especiales y no podamos activar nuestros planes de contingencia.
Dejo entonces este reto y esta pregunta a ustedes, como especialistas: ¿Cómo vamos a gestionar un riesgo, cuando hay una incertidumbre inmensa y abrumadora?. Como siempre, mucho trabajo por hacer.